Una especialista de la UNSJ habla de esa liberación que significó la celebración en San Juan. Los tiempos cambiaron: ¿Carnaval toda la vida?

Febrero, mes del Carnaval. El calendario argentino señala que este año, el 15 y 16 de este mes, son feriados por esa festividad. Soslayando la pandemia Covid, el Carnaval ya no es lo que era antes, y una docente e investigadora de la UNSJ se refiere a esos días de liberación, de fiesta y aun de metamorfosis efímera para la gente que le rendía honor y lo disfrutaba con disfraces a cuesta.

Sobre todo en el Siglo XX, y en la década del ’70, el Carnaval era muy importante. En el mundo nuevo ya no es lo mismo. Y acá, las siestas y las noches sanjuaninas tenían ese no sé qué. “La chaya, los bailes, los corsos eran el itinerario a seguir durante esos tres días de Carnaval por parte de las familias sanjuaninas. Familia como palabra extendida, en la que se incluía además del matrimonio y sus hijos, a los tíos, a los abuelos, que también participaban sobre todo en los horarios de siesta de la famosa chaya sanjuanina. Los vecinos se reunían en torno a un surtidor en la calle o a una acequia y se establecían ‘enfrentamientos’ para ver quién mojaba más, no sólo con agua, también con barro. A la tarde noche las familias iban al corso alrededor de la Plaza 25 de Mayo. Ahí incluso las familias, con los chicos, participaban en las comparsas. Más tarde, era el momento de los famosos bailes de Carnaval. En la ciudad, eran en Casa España o el Club Sirio Libanés, el Club Social. Y se marcaban también las diferencias sociales. A esos clubes ‘iba la gente más acomodada’, como nos dicen nuestros informantes. La gente más humilde iba a los clubes de barrio. Allí venían orquestas famosas. Se utilizaba para divertimento también el agua con pomos y papel picado, lo mismo que en el corso”, cuenta la Dra. Gladys Miranda, profesora de Historia e investigadora del Gabinete de Historia Universal “Dr. Leovino E. Brizuela”, de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ.

“Eran los de antes”

Los informantes clave de la investigadora tienen guardada en sus memorias la palabra “respeto” como “el” signo que atravesaba aquellos días. “Los actos de grosería eran mal vistos. Incluso antes de los años cincuenta había lindos gestos, como colocar en los pomos agua perfumada con albahaca para lanzar al ‘contrincante’. En la historia reciente el Carnaval tuvo una gran fuerza para los sanjuaninos, al punto de que nuestros informantes acuñan la frase: ‘Carnavales eran los de antes’, como marcando esa diferencia con el presente, en el cual se transgreden ciertas normas”, señala Miranda.

Perdiendo el control

El Carnaval es una celebración popular que tiene lugar antes de la Cuaresma cristiana. “A pesar de las diferencias en el mundo, la característica común del Carnaval es la de ser un período de supuesta permisividad y cierto descontrol. Parece probable que el origen de esta celebración esté en las fiestas paganas en honor al dios Baco, dios del vino, pero algunos historiadores lo sitúan incluso más allá, en Sumeria y Egipto antiguos. La Iglesia cristiana no lo admite como celebración de tono religioso”, explica Miranda y recuerda que la palabra Carnaval “viene del latín ‘Carnem – Levare’, que significa ‘abandonar la carne’, y muchos buscaron a través del disfraz esa liberación, de ser por un tiempo lo que se quiera ser. El disfraz es un elemento de ayuda para esa liberación interior”.

Siguen los tambores

¿Qué sucede hoy con en estas fechas en los barrios? La investigadora sostiene que cada comunidad de San Juan hoy tiene su tiempo de Carnaval. “Algunos barrios han preservado el culto a la chaya. Aún hay comunidades, como en el caso de Chimbas, en que el tiempo de chaya, de la comparsa, del Carnaval, está marcado por los sonidos que llegan, en los distintos barrios, de los tambores redoblantes que anuncian que están preparándose para participar con murgas o carruajes en competencias. También sucede en Ullum. Hay un tiempo de chaya que pervive aún en estos tiempos presentes en los que la inmediatez es el común denominador”, analiza Miranda.

Sin embargo, dice que en estos años reinan otros valores: “Es diferente: ahora hay una población que concurre para observar en un plano de competencia comparsas o carruajes, entre el mismo departamento o entre distintos, que compiten para establecer cuál es mejor. Entonces hay un espacio acotado y hay un tiempo en el que de pronto no todos los sanjuaninos ya somos partícipes de ese tiempo de Carnaval”, reflexiona Gladys Miranda.

Imagen de portada:

Trabajo: «De olvidos y memorias .Los unos vistos por los otros. Las miradas encontradas de los protagonistas en la Historia Reciente de San Juan a partir de 1955». Autores: Graciela Gómez, Gladys Miranda, Hugo R. Basualdo. San Juan , Ediciones Plaza, 2017.